¿Sabías que tu apego en la infancia predice tus relaciones adultas?
Desde que nacemos, las personas vamos registrando experiencias de nuestras relaciones con las demás y con nosotras mismas. Bebé y figura cuidadora crean un vínculo emocional o apego, con el fin adaptativo de sobrevivir en este mundo. Con el paso del tiempo, estos patrones comportamentales se van repitiendo y trasladando a las relaciones afectivas adultas.
¿De qué patrones estamos hablando? Y ¿cómo se traduce esto en las relaciones adultas?
El psicólogo John Bowlby, en su teoría del apego, establece 4 tipos de apego:
- Apego seguro: se da cuando la figura cuidadora atiende las necesidades afectivas de la bebé al mismo tiempo que le proporciona autonomía para explorar el mundo, así, brindando seguridad y confianza en el medio.
Estas personas sabrán reconocer las emociones y expresar sus necesidades afectivas. Tienen baja ansiedad y baja evitación de las relaciones afectivas.
- Apego inseguro – evitativo: la figura cuidadora priva de contacto físico y apoyo emocional a la bebé, quien aprenderá a explorar el mundo sin contar con una base de seguridad emocional.
Estas personas reprimen sus necesidades emocionales, teniendo dificultades para intimar y comprometerse. Tienen baja ansiedad y alta evitación de las relaciones afectivas.
- Apego inseguro – ansioso ambivalente: la figura cuidadora muestra un desequilibrio, algunas veces atiende las necesidades de la bebé y otras veces las descuida. Así, no se forman patrones fiables por lo que el mundo se torna algo inseguro.
Estas personas adultas crean relaciones de dependencia, poniendo las necesidades de la pareja por encima de las suyas, en búsqueda de aprobación constante. Tienen excesiva ansiedad frente a la separación y abandono, y sienten celos. Tienen alta ansiedad y baja evitación.
- Apego inseguro – desorganizado: la figura cuidadora es violenta o muy insensible a las necesidades emocionales de la bebé.
Estas personas han aprendido que las relaciones afectivas son una amenaza, no confían en las demás y sienten dolor, miedo e inseguridad. Se caracterizan por la inestabilidad, tienen miedo al abandono, pero dificultades para intimar. Tienen alta ansiedad y alta evitación.
¿Con qué tipo de apego te identificas?
Te invito a que pienses en tus maneras de actuar en las relaciones afectivas. ¿Cómo afrontas los conflictos? ¿Te resulta sencillo expresar tus sentimientos y necesidades? ¿Tienes un equilibrio entre el tiempo que pasas en pareja y el tiempo que pasas solo contigo? ¿Consideras que tienes relaciones de dependencia? ¿Tienes preocupación por que te rechacen y terminen la relación?
Con estas reflexiones, puedes detectar si te sientes a gusto o te gustaría cambiar la manera de relacionarte afectivamente. Los estilos de apego predicen, pero no condenan nuestra manera de relacionarnos afectivamente en la adultez. Desde la psicología, podemos trabajar en ello para adoptar formas de relacionarnos que nos den mejor salud mental.
Laura González Verde
Escuela Educación Sexual